[Documento elaborado por el Observatorio de Políticas para la Economía Nacional (OPEN) – MUECE]
Hasta ahora este saneamiento y despegue nunca se llegaron a concretar. La política puede lograr ciertos éxitos al comienzo. [..]. Sin embargo, en algún momento del proceso sobreviene una crisis de confianza. El flujo de capitales extranjeros se invierte. Los préstamos del exterior que habían ingresado comienzan a huir. Se produce una fuerte presión sobre las reservas de divisas, una crisis en el mercado cambiario y una brusca devaluación. Caen los salarios reales, disminuye la demanda, la tasa de inflación otra vez aumenta vertiginosamente y se vuelve a caer en una recesión, más profunda aún que la anterior.. Diamand, M. (1984, pp. 2).[1]
Introducción
El Péndulo Argentino de Marcelo Diamand es un clásico para aquellos que pensamos que la economía es una herramienta de transformación. El texto fue escrito en 1984 pero su contenido es totalmente atemporal. Si alguien alguna vez tiene dudas de lo que está aconteciendo en la economía nacional debería repasar las ideas del ingeniero Diamand (así es, no era economista, y sin embargo fue de lo más lúcido de nuestro país). Algo que siempre me llamó la atención es la pregunta que también está en el título del ensayo… ¿Hasta cuando? Y esa es la pregunta que nos seguimos haciendo todos y que parece no tener fin dentro de la lógica del sistema capitalista subdesarrollado en el que encuentran los países latinoamericanos.
En 2015 el movimiento pendular volvió hacia la derecha, volvió a lo que Diamand llama la “ortodoxia económica”, con promesas de despegue y crecimiento económico que beneficiará a la población en su conjunto. Pero el plan es más complejo que promesas y cautivadores mensajes a un público desencantado con la política y odioso de la corrupción. Detrás de esto hay intereses claros de parte de los sectores que siempre son pujantes en términos de correlación de fuerzas (el agro, el financiero y parte del industrial) que pretenden que el estado sea garante de sus ganancias y negocios. Alrededor de estos actores se está gestando la política económica del país con la teoría del derrame como bandera y con la modernidad como horizonte.
Por suerte o por desgracia, la historia que nos atraviesa dotó al pueblo argentino de memoria y pisos de lo que no es fácil retroceder. Y son pisos los que aún nos blinda de un proceso de reestructuración total y que lo convierte en “gradual” o “lento”, porque de otra manera la crisis social estallaría en imágenes que no queremos volver a ver. Y son estos pisos también los que ponen en tensión la relación entre el gobierno y los sectores pujantes, que demandan mayor vertiginosidad en la política y necesitan ver plasmadas las promesas en gestos concretos. Este equilibrio, difícil de mantener estable en el tiempo, es el causante de todos los cimbronazos que vivimos hoy en día en nuestra economía. La suba del dólar, de las tasas de referencia, la discusión sobre la meta de inflación y el achicamiento del déficit son tópicos que, a simple vista parecen no tener relación, pero que sin embargo son piezas claves de un proyecto económico y político. En las siguientes líneas intentaremos exponer estas ideas de manera clara y simple para que la economía deje de ser tema de pocos.
Metas de inflación
Desde el inicio de la década del 90’, y hasta la crisis financiera mundial del 2008, el llamado Nuevo Consenso Macroeconómico (NCM) dominó de manera hegemónica la academia y sentó las bases teóricas para que los regímenes de metas de inflación o inflation targeting (IT) sean regla de política en muchos países del globo. El primero en incorporarse al régimen fue Nueva Zelanda –en 1990- y luego fue seguido por otros países desarrollados hasta transformarse en regla de política general.
El régimen de metas de inflación, a grandes rasgos, involucra un anuncio público por parte de las autoridades del banco central de los objetivos o metas inflacionarias para un mediano plazo, que combinado con un alto grado de credibilidad y transparencia de la autoridad monetaria, logre reducir los niveles de inflación. El único instrumento que utiliza el banco central es la tasa de interés nominal, para conseguir un único objetivo que es mantener la estabilidad de precios con la tasa de inflación más baja posible. En este sentido, la creación de empleo y el nivel de actividad económica son desplazadas a un segundo plano de la política económica, y la autoridad sólo debe enfocarse en las metas propuestas por el régimen. ¿Cómo lo consigue? El razonamiento ortodoxo es sencillo: si la tasa de interés se encuentra alta (o bien genera más rendimiento que una inversión productiva o una compra de divisas), la gente va a preferir poner sus ahorros en papeles del Banco Central (LEBACs). De esta manera lo que ocurre es que entra dinero al banco central, sale deuda a 35 días por ejemplo, y de esta manera se sacan pesos del mercado. Si hay menos pesos en la economía, hay menos actividad (consumo, inversión, etc.) y por ende la demanda agregada de bienes y servicios de la economía disminuye. Esta disminución produce, vía ley de oferta y demanda, una disminución de precios, ergo disminuye la inflación. Esto es, en términos sencillos, el razonamiento del esquema de política.
El BCRA presentó el Régimen de Metas de Inflación el 26 de septiembre de 2016 (ver video aquí y presentación aquí). En su blog explican “El BCRA conduce la política monetaria utilizando la tasa de interés de corto plazo como su principal instrumento. […]Definida la tasa de interés de referencia, la base y los demás agregados monetarios aumentan o disminuyen al compás de las necesidades de liquidez.” [2] Necesidades de liquidez quiere decir que tanto dinero quieren poseer los individuos en su bolsillo en relación al rendimiento que pueden llegar a tener con una tasa de interés determinada previamente.
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Tanto la credibilidad como la independencia política de la autoridad monetaria son factores esenciales para garantizar el éxito del IT. A estos se le suman el equilibrio fiscal y la estabilidad financiera y externa. Estas condiciones cumplidas ex-ante la aplicación deberían garantizar su efectividad una vez transcurrido el plazo. Por esto vimos que el debate en torno a la independencia del Banco Central reapareció luego del recambio presidencial en 2015, y cómo la discusión sobre el elevado déficit fiscal cobra tanta importancia. Ambos requisitos son fundamentales para garantizar el éxito del programa. En relación al flujo de capitales y el tipo de cambio, los regímenes de IT subordinan las políticas cambiarias a los objetivos inflacionarios. Por esto salir del cepo cambiario era tan importante, es condición necesaria liberar el tipo de cambio y abrir la cuenta de capitales para que no haya dudas de que el Banco Central se está encargando correctamente del problema.
¿Por qué corren?
¿Cómo entra el valor del dólar en esta historia? Es muy simple, en economías que dependen tanto de productos intermedios y que a su vez son exportadoras de alimentos, la cotización de la divisa repercute directamente en el precio de los bienes y servicios internos. Por ejemplo: si soy un exportador sojero y el precio de la tonelada de soja se encuentra en USD 100, con un tipo de cambio de $2 por dólar, voy a esperar vender mi soja en el país a un precio mayor o igual a $200. De no ser así estaría perdiendo dinero. Si por algún desajuste el precio del dólar sube a $3, voy a esperar vender mi producto a un precio mayor o igual a $300, de lo contrario estaría perdiendo plata. Lo mismo podemos pensar de un proceso industrial que para producir cierto bien requiere de bienes importados. Si la cotización del dólar sube automáticamente suben los costos de esos bienes intermedios y por lo tanto sube, el precio del producto o servicio final. Esto se llama inflación importada, y es algo que los países latinoamericanos sufrimos eternamente por nuestra condición de países dependientes.
El objetivo del ensayo no es discutir el origen de la inflación, sino más bien entender por qué esta suba del dólar tira por la borda los planes del gobierno. Al flexibilizar el precio de la divisa en los mercados, el libre juego entre la oferta y la demanda determina su precio. Si por esas casualidades, por ejemplo, el sector agropecuario no vende su soja en el mercado internacional para luego cambiar esos dólares por pesos en los mercados de cambio, lo que sucede es que la oferta de dólares se hace mas chica y como resultado sube el precio del dólar (profecía auto–cumplida). De esta manera, luego de vender su producto se dirigen con sus dólares al mercado de cambios y obtienen más pesos que antes. Es un negoción. Y si además, con esos pesos luego podes comprar una LEBAC que te da alrededor de 30% de interés anual a 35 días, el negocio es millonario. Esto es historia reciente, cuando se habla de bicicleta financiera nos referimos a este juego en donde los ricos se hacen cada vez más ricos.
¿Qué pasa si por esas casualidades el jefe de gabinete y su equipo económico de un país deciden relajar las metas de inflación y bajar un poco la tasa de interés que claramente están teniendo consecuencias recesivas y hacen que la “lluvia de inversiones” vaya a papeles y no a máquinas? (Día de los Inocentes) Está más que claro que una disminución en la tasa de interés no pondrá contentos a quienes hacían un negocio grande, y por eso sus decisiones de inversión cambian. Si la rentabilidad que me da la tasa de interés no me cierra, y si además tengo el poder de intervenir fuertemente en el valor del tipo de cambio, comienzo a comprar dólares y a manejar la oferta para que suba su precio y así poder hacer una diferencia. Aquí es donde comienza el terror, porque como vimos arriba, una suba del tipo de cambio repercute directamente en el control de precios del esquema de metas de inflación, y de esta manera el movimiento de la tasa de interés tiene que ser lo más rápido posible para volver a recuperar estabilidad. Es por esto que de un día para el otro la tasa de interés de referencia que controla el Banco Central subió a 40%. Imaginen comprar una letra del banco central a un año, que te brinda el 40% de interés anual, supongamos una letra de $1.000, con una inflación anual del 22%. A fin de año mi rendimiento será el capital invertido ($1.000) multiplicado por la tasa de interés real que no es otra cosa que la tasa de interés menos la tasa de inflación (0.4 – 0.22 = 0.18). El rendimiento entonces será $1.000 x (1 + 0.18) = $1.180, ¡NEGOCIÓN!
¿Cómo controlar una corrida cambiaria?
Lo que vimos anteriormente se llama corrida cambiaria. Agentes económicos presionando la suba de la cotización de la divisa para poder llevar adelante de la mejor manera sus negocios. No tiene muchas vueltas. Y el Banco Central debe salir rápidamente a solucionar el hambre de rendimiento de estos agentes porque de lo contrario sus objetivos inflacionarios no van a cumplirse y pierde credibilidad. Es pocas palabras, el Banco Central y el gobierno nacional están garantizando las condiciones para que los ricos puedan hacer sus negocios en paz y esto no interfiera en sus objetivos de política. Claramente esta suba de tasa es recesiva, en ningún momento comentamos la posibilidad de que ese dinero se destine a inversiones de producción, a innovación productiva o a mejores salarios. Este es un juego en donde los simples mortales son espectadores y los que juegan el partido son los grandes exportadores, el sector financiero y el gobierno.
Podemos pensar en dos maneras de controlar o frenar la corrida. La primera es prohibir la compra de dólares o dejar fijo el tipo de cambio. Esto es un cepo y sabemos las “consecuencias” que tiene: gente utiliza todo su salario en bienes de consumo y servicios, por lo general clase media, que no usa el mercado cambiario pero que igual se enfurece por no poder comprar dólares. La segunda es cambiar la rentabilidad relativa de los activos. ¿Qué es esto? en términos prácticos, hacer más rentable un instrumento financiero que comprar divisas. ¿Cómo se hace esto? subiendo la tasa de interés a las nubes y de esta manera hacer millonarios a los ricos, para que se calmen y para que dejen gobernar.
Por si no se quedaron contentos con lo anterior, fue anunciada una baja en el gasto público que represente un ahorro fiscal de US$ 3200 millones [3] y de esta manera no dejar duda alguna de que los objetivos del gobierno están en consonancia con los objetivos de estos grupos de poder. La idea de este nuevo ajuste es bajar la presión del déficit, que en otras palabras significa reducir salarios y gasto, que lo que genera es menor consumo, menor actividad y reducción de la inflación. A pesar de todo esto el gobierno no está exento de que vuelva a suceder algo similar, de que nuevamente exista una corrida cambiaria que haga subir el precio del dólar y tenga que salir a complacer los caprichos de estos sectores. Si los guiños que esperan estos sectores -como la reforma laboral e impositiva- no se completan conforme sus expectativas, es posible que estas acciones desestabilizadoras sean comunes en lo que queda de gobierno.
Referencias
- Diamand, M. (1984). El péndulo argentino: ¿hasta cuándo?. CERES, Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social.
- http://www.bcra.gob.ar/PoliticaMonetaria/Politica_Monetaria.asp
- https://www.lanacion.com.ar/2131491-dujovne
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